En líneas generales podemos afirmar que los principios que dirigen el entrenamiento en los deportes de individuales son los que hemos adoptado en el entrenamiento de los deportes de equipo. Sin embargo, las características de estos dos tipos de deportes son muy diferentes, y por lo tanto deberíamos adoptar una aproximación metodológica también diferente.

En la mayoría de deportes individuales el entorno es fijo, apenas si hay elementos cambiantes a los que prestar atención, y por lo tanto el deportista no tiene que tomar a penas decisiones, pudiendo centrar toda su atención y esfuerzo en la ejecución técnica. Sin embargo, en los deportes de equipo el deportista se enfrenta a un entorno abierto, en el que debe prestar atención a multitud de estímulos cambiantes en base a los que tomar decisiones que después tendrá que ejecutar. Podemos decir que mientras que en los deportes individuales el resultado final de la acción depende casi exclusivamente de la capacidad de ejecución del deportista, en los deportes colectivos el resultado final de la acción depende de la habilidad del deportista para percibir los elementos que le rodean, interpretar la situación, tomar la decisión más adecuada y finalmente ejecutarla a nivel motriz.

Así pues, desde el punto de vista metodológico los deportes de equipo necesitan una aproximación al entrenamiento diferente, que contemple no sólo la necesidad de ayudar al futbolista a desarrollarse a nivel físico y técnico, sino también a desarrollarse a nivel cognitivo, mejorando su capacidad para extraer la información más importante del entorno, a identificar situaciones y patrones de juego habituales, tanto propios como del rival, y a tomar decisiones lo más acertadas posibles en base a la información obtenida.